Zugarramurdi


Zugarramurdi, al igual que Urdax, fue un poblado de caseríos abandonados bordeando el monasterio de San Salvador antes de adquirir jurisdicción civil. Fue declarada Villa en 1667.
En 1610 tuvo lugar en Logroño un Auto de Fe en el que la Inquisición procesó a cuarenta brujas de Zugarramurdi y condenó a doce de ellas a morir en la hoguera. Las ejecuciones se basaron en la mayor parte de los casos en testimonios supersticiosos, envidiosos y poco fiables.
Caro Baroja cita como párrafo interesante de dicho Auto de Fe el siguiente: “Las 18 personas restantes, fueron todas reconciliadas (por haber sido toda su vida de la secta de los brujos), buenas confidentes y que con lágrimas habían pedido misericordia, y que querían volverse a la fe de los cristianos. Leyéronse en su sentencia cosas tan horribles y espantosas cuales nunca se han visto: y fue tanto lo que hubo que relatar, que ocupó todo el día desde que amaneció hasta que llegó la noche, que los señores inquisidores fueron mandando cercenar muchas de las relaciones, porque se pudiesen acabar en aquel día. Con todas las dichas personas se usó de mucha misericordia, llevando consideración mucho más al arrepentimiento de sus culpas, que a la gravedad de sus delitos: y al tiempo en que comenzaron a confesar, agravándoles el castigo a los que confesaron más tarde, según la rebeldía que cada cual había tenido en sus confesiones".
Es muy conocida la Cueva de los Aquelarres. La palabra "akelarre" viene del prado que está al lado de una de las pequeñas cuevas de Zugarramurdi que era donde se celebraban las reuniones de las brujas. La palabra "Akelarre" significa "prado del cabrón", así le llamaban los asistentes a las reuniones de las cuevas a este prado ya que en él pastaba un gran cabrón del cual decían que se transformaba en persona cuando se reunian las brujas.
Saliendo de la cueva por la cara norte, se cruza el puente del Infierno, construido con madera, y se llega a la la ruta de los contrabandistas. En una época más reciente, las cuevas sirvieron de refugio para los contrabandistas. La cercanía de Francia, así como las sendas que unen las cuevas de Sara, en Francia, donde se escondió Zumalacárregui durante las guerras carlistas, y Urdax, en Navarra, hoy acondicionadas al público, muestran los caminos que utilizaban los contrabandistas de tabaco, chocolate o vino. La senda que sale de las cuevas de las brujas es de una especial belleza, sobre todo por la variopinta vegetación que la adorna.
Desde hace algunos años, los habitantes, los vecinos del valle y los turistas que quieren participar, rememoran toda la simbología que rodea a las leyendas de las cuevas. El 18 agosto, tercer día de las fiestas, celebran en el interior de la mayor una comida popular denominada ziriko-jatea –cordero asado- a la que asisten varios miles de personas. Últimamente, incluso, se celebra en esas mismas fechas un concierto de música celta al que la crítica califica de magistral.

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